Una plaza muerta
El Gobierno de España invirtió recientemente más de un millón de euros en renovar la Plaza de Bilbao. Una reforma con la que se quería ganar espacio para el peatón en una zona por la que pasan a diario miles de vehículos, en la entrada natural al centro de la ciudad. Al mismo tiempo, era […]
El Gobierno de España invirtió recientemente más de un millón de euros en renovar la Plaza de Bilbao. Una reforma con la que se quería ganar espacio para el peatón en una zona por la que pasan a diario miles de vehículos, en la entrada natural al centro de la ciudad. Al mismo tiempo, era una apuesta por continuar con el Plan Alhóndiga, para revitalizar el comercio tradicional.
Sin embargo, apenas medio año después del final de las obras la reforma de las aceras no ha tenido apenas impacto sobre los comercios de la zona. O mejor dicho, sobre los locales de la zona. En la acera más cercana al Casco Viejo, las persianas de los cuatro locales permanecen cerrados, sin actividad en su interior, y el cartel de Se Alquila o Se Vende domina en todas ellas. Sólo resisten ahora mismo una zapatería y las oficinas del BBVA. Enfrente, pese a la mayor estrechez de la calle, todos los locales permanecen ocupados.
Las razones del fracaso en esta reforma hay que buscarlas directamente en la meteorología. En Vitoria es normal que el tiempo no acompañe, pero la Plaza de Bilbao, por su construcción, enseña directamente sus riñones al norte, y provoca a menudo corrientes de aire muy poco halagüeñas.
En teoría éste no debería ser impedimento para la mayoría de negocios. Tan sólo, quizás, para bares o terrazas al aire libre. Pero la realidad está demostrando que no existe una voluntad emprendedora en este punto de la ciudad que el anterior ayuntamiento consideraba el inicio del segundo eje del Plan Alhóndiga. Un plan que atravesaría el Parque del Norte para llegar Fermín Lasuen y adentrarse por Zaramaga hasta llegar a El Boulevard.
Se cuestiona en este artículo esa capacidad emprendedora. ¿Existe o no? Porque en los aledaños de la plaza (tanto en el cantón como en la Calle Francia) cada vez hay un mayor número de negocios. Peluquerías, locutorios, restaurantes, bazares o tiendas de alimentación se encuentran a apenas 40 metros de la plaza. Todos ellos, además, con una característica común: están gestionados por ciudadanos extranjeros. Ciudadanos emprendedores, que optan por montar su propio negocio, con locales en alquiler a precios no muy elevados.
La mentalidad emprendedora de los inmigrantes parece cada vez mayor que la de los vitorianos. El miedo al fracaso es lo que retrae a los ciudadanos alaveses a apostar por nuevos negocios. Sin embargo, ese miedo parece no existir tanto en estos colectivos. Personas que se arriesgan, que puede que les salga mal, pero que evitan que zonas de la ciudad acaben agonizando y muriendo.
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