El bosque de árboles de Navidad en Fueros: una tradición que corre el riesgo de perderse
La mayoría de los hogares no pone el árbol o recurre a árboles artificiales
Los árboles de Navidad han vuelto a la Plaza de los Fueros hace una semana. Año tras año la tradición se mantiene, pero cada año podría ser el último. Los árboles artificiales han ganado la batalla a los naturales.
Iñigo lleva 27 Navidades consecutivas acudiendo al frontón de Los Fueros a vender árboles de Navidad. En 1990 los abetos llenaban toda la plaza y eran varios los puestos. Hoy él es el último superviviente.
Todos sus pinos tienen raíces (la Diputación prohíbe la venta de árboles talados) y se cultivan en su vivero de Legutiano. En realidad los árboles de Navidad son una parte pequeña de su negocio.
El árbol tradicional es el abeto, pero también existen la normandiana (que no pincha nada), el pungens o el pinsapo.
Estos árboles requieren entre 3 y 8 años de cultivo para alcanzar una altura considerable. En el vivero también deben ser tratados, podados y cuidados. Luego llega la recogida: hay que arrancarlos del suelo, introducir la raíz en bolsas y posteriormente atar las ramas para su transporte. Un trabajo que justifica un coste que, sin ser elevado, sí obliga a un desembolso.
Hace 25 años se vendían 15.000 pinos en la plaza en apenas 15 días. El pasado año se vendieron unos 300, la misma cifra que espera vender este año. El árbol artificial se ha instalado en casi todos los hogares, y son muy pocos los que aún optan por lo natural. Para los que así lo deseen Iñigo atiende en el frontón de Los Fueros todos los días hasta más allá de las 8 de la tarde, y estará allí hasta el 24 de diciembre, haga frío, calor o llueva.
El frontón apenas tiene luz y, cuando anochece, Iñigo lamenta que su bosque se vuelve invisible. Paga la tasa de ocupación correspondiente, así como un seguro de responsabilidad civil. Pese al empeño del Ayuntamiento por hacer que siga viniendo, las facilidades no existen.
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