Vitoria se suelta la mascarilla en un Carnaval de desenfreno

28 febrero, 2022

La fiesta comenzó ya desde el mediodía y duró hasta que lo permitió el alcalde Gorka Urtaran

Vitoria-Gasteiz disfrutó este sábado de Carnaval como si no hubiera un mañana. La gente volvió a echarse a las calles para vivir la fiesta más especial y deseada, tras dos años de pandemia. El virus puede estar ahí, pero también lo está la fatiga pandémica. Había ganas de divertirse para desconectar de todo. Carnaval es un tiempo dedicado a la lujuria, a la diversión, a pasarlo bien. Y en Vitoria-Gasteiz así quedó demostrado. Fue la última fiesta prepandemia y ha sido la primera ¿post-pandemia?

La gente se echó a la calle para disfrutar de los desfiles, donde las mascarillas sí eran visibles en todos los comparseros. Eso sí, muy integradas y adaptadas a cada temática. En Los Herrán y el entorno del Parque del Norte miles de espectadores acudieron a disfrutar del desfile.

La calle se quedó pequeña en algunos momentos para ver el desfile de Carnaval

Eso sí, en algunos puntos el espacio para el paso de las carrozas se quedó pequeño. Los espectadores cerraron en exceso el paso a las comparsas, provocando incluso alguna situación desagradable. La falta de vallas o la obsesión por acercarse lo máximo posible crearon en puntos de Reyes Católicos cuello de botella.


Mientras Zaramaga y El Anglo disfrutaban del desfile, en el Ensanche y el Casco Viejo el tardeo podía con todo. Ya a mediodía fueron muchas las familias y cuadrillas que acudieron a comer y a potear. Por momentos las calles parecían un día festivo de agosto (con disfraces en vez de blusas): el sol acompañaba y las terrazas se llenaron.

A media tarde se unieron miles de personas a la fiesta: los cubatas y el trago largo eran lo más frecuente. Los restaurantes llenaron sus reservas y encontrar algo para cenar a las 22:00 de la noche era una odisea. Que se lo digan a los take away: la bocatería de La Cuesta mantuvo durante horas una cola que alcanzaba casi la esquina de la farmacia cercana.

A las 8 de la tarde las calles de Casco y Ensanche parecían estar ya de madrugada

Aún era media tarde, pero bares y pubs vivían ya como si fuese de madrugada. Mateo de Moraza, Kutxi, Cuesta, Zapa y Pinto absorbían a los más fiesteros. Gente adolescente se mezclaba con grupos de adultos e incluso con familias con carritos. Terrazas abarrotadas y el interior de los locales también.

Limitado por orden municipal

La fiesta se prolongó hasta donde permitió el alcalde Gorka Urtaran. El alcalde había justificado su negativa de ampliar el horario de los bares para "no pasar de 0 a 100". Pero los vitorianos sí necesitaban ese acelerón, como bien se comprobó desde la tarde.

La prohibición de abrir los bares más allá de las 2:30 y los pubs más allá de las 4:00 dejó a miles de personas con las ganas cuando éstos cerraron. Aunque muchos de estos locales intentaron alargar esa hora, ignorando la orden de alcaldía. Se exponen a una sanción, pero se arriesgaron en un intento por maquillar sus cuentas y su facturación, en números rojos desde comienzos de 2020.

Tras el cierre de bares y pubs, la fiesta se trasladó de madrugada a la calle, prolongándose durante horas en una noche no demasiado fría. Las colas también se sucedieron en las discotecas, incapaces de asumir toda la gente que quería estar de fiesta. Y eso lo sufrieron también los vecinos de las viviendas cercanas.

Por cierto, entre los adolescentes había muchos que optaron por no disfrazarse, frente a la casi totalidad de veinteañeros y treintañeros que siguen con la tradición del Carnaval. Entre los disfraces hubo de todo: desde los más elaborados en casa hasta los clásicos. Algunos comprados a última hora en el chino y otros cuidados con mimo.

Termina Carnaval y quedan exactamente dos meses para la siguiente gran fiesta. Todos miran ya con ganas a San prudencio: la noche del 27 es el próximo objetivo para el desenfreno.