Vitoria supera los límites del morbo

12 marzo, 2014

En las últimas horas han sido más de una veintena los lectores que se han dirigido a este medio para intentar compartir o contrastar la misma información sobre un trágico suceso. Esa imagen ha llegado por Whatsapp a miles de vitorianos (incluso a menores) y hay quien ha llegado a colgarla en Twitter. Hasta ahora […]

whatsappEn las últimas horas han sido más de una veintena los lectores que se han dirigido a este medio para intentar compartir o contrastar la misma información sobre un trágico suceso. Esa imagen ha llegado por Whatsapp a miles de vitorianos (incluso a menores) y hay quien ha llegado a colgarla en Twitter.

Hasta ahora era la ética periodística la que se encargaba de no cruzar ciertos límites peligrosos. Sin embargo, con la llegada de Whatsapp y las redes sociales cada uno se ha convertido en difusor de información. Y aquí ya no hay límites y barreras éticas, más allá de las que cada uno se quiera imponer. La información no se mastica, no se moldea y se sirve de forma directa, sin analizarla. Se crean cadenas de información en las que el análisis, las consecuencias e incluso la veracidad de lo que se transmite pasa a ser secundario: lo importante es compartirlo. Hace tres meses este mismo medio publicó el desmentido a un bulo que circulaba por internet sobre unos rumanos que vendían colonia y que llegó a crear una alarma importante.

El ser humano a menudo actúa de manera irracional, amparado en la curiosidad y el morbo. En Vitoria viven 240.000 personas, una ciudad de tamaño medio en la que, de una manera u otra, todos acabamos estando conectados. Lo que antes eran la Plaza de España, el Mercadillo o los Bailables de La Florida son ahora las redes sociales. Tener Whatsap significa estar en el grupo de amigos, en el del trabajo, en el de los radares, en el de los vecinos, en el del equipo y en el de las madres del colegio.  Grupos formados en ocasiones por gente que apenas se conoce entre sí, pero que viven conectados.

Es cierto que no se puede poner puertas al campo ni filtrar la información, pero también hay que tener en cuenta que hay veces en que quizás es necesario pensarse dos veces las cosas antes de darle al botón Enviar.