Y si no, tiramos de deuda
Nadie, absolutamente nadie, cuestiona las dimensiones de la crisis económica actual. Una crisis en la que las instituciones se han visto obligadas a cortar el grifo en numerosos apartados. Nóminas, subvenciones, proyectos, e incluso en material de ofimática. Recortes todos ellos encaminados a reducir el gasto público y, con ello minimizar la cuantía de la […]
Nadie, absolutamente nadie, cuestiona las dimensiones de la crisis económica actual. Una crisis en la que las instituciones se han visto obligadas a cortar el grifo en numerosos apartados. Nóminas, subvenciones, proyectos, e incluso en material de ofimática.
Recortes todos ellos encaminados a reducir el gasto público y, con ello minimizar la cuantía de la deuda pública. ¿Por qué reducir la deuda? España es uno de los países de la UE que, tradicionalmente, ha recurrido en menor cantidad a la deuda. Actualmente la deuda de España se sitúa en el 58% del PIB, muy por debajo de la de países como Francia o Italia.
El problema es que nadie se fía de la deuda española. Y eso está llevando a tener que dar cada vez unos intereses mayores (por encima del 5% en el bono a 10 años), con el consecuente coste para las arcas. Y por si fuera poco, esa deuda está siendo comprada, al margen de por los chinos, por la banca española y por el propio Estado a través del Fondo de Reserva de la Seguridad Social.
Nadie descarta una posible quiebra de España, pero aún es posible evitarlo. Por ello no se entiende que desde las instituciones locales se recurra a la deuda, sin que haya represalias desde la administración central.
El Ayuntamiento de Vitoria ha aprobado unos presupuestos que contemplan un incremento de 22 millones en la deuda, dentro de unas cuentas marcadas por la inversión destinada al auditorio. Es cierto que esta cantidad no supone más que un pequeño grano de arena en el Estado. Recordemos que la deuda municipal apenas alcanza el 3,4% del PIB (provocada en su mayor parte por Madrid), mientras que la deuda autonómica del País Vasco está situada en el 6,2% y la del Estado alcanza el 44,1%.
El recurso a la deuda tiene un coste económico importante. Y suele estar provocado por situaciones excepcionales. El Auditorio costará 175 millones de euros. Pero aún no se sabe quién lo pagará. Bilbao, San Sebastián, Pamplona, Logroño y Burgos ya tienen su centro de Exposiciones. En esos equipamientos colaboraron varias instituciones.
En este caso se ha empezado la casa por el tejado. Las discusiones políticas han llevado al Ayuntamiento a optar por la vía de en medio y recurrir a la deuda para financiar un equipamiento estratégico, pero no urgente.
El plan de austeridad puesto en marcha desde mayo pasado por el Gobierno Central apenas se ha trasladado a los ayuntamientos, más allá de la reducción del salario de los funcionarios. Y es ahí donde los intereses políticos y económicos están haciendo más daño a las arcas públicas.
Es año de elecciones, y muchos de los objetivos marcados al inicio de la legislatura no se pueden cumplir, simplemente porque no hay dinero. Y es algo que se debería explicar a los ciudadanos. Ellos lo deberían entender. Sin embargo, una obra o un ladrillo de más vende más que un "no ha podido ser".
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