"No somos ángeles asexuados"

25 diciembre, 2023

Las personas con diversidad funcional se enfrentan a numerosos mitos acerca de su sexualidad

¿Las personas con discapacidad tienen relaciones sexuales o deseo sexual? Son algunas de las preguntas a las que se tienen que enfrentar personas con diversidad funcional.

Unas preguntas repletas de mitos y estereotipos sobre diversidad y sexualidad. Porque los niños y adolescentes con diversidad funcional "no son ángeles asexuados". Así lo explica Mikel Resa, sexólogo y educador.

Y es que todas las personas son seres sexuados desde que nacen hasta que mueren. Todas tienen deseos, sentimientos y placeres. También las personas con discapacidad. Ellos también son seres deseantes y deseables.

Por eso, hablar de educación también es hablar de educación sexual con personas con discapacidad. Un tema, el de la diversidad, que hasta hace poco no se trataba en las aulas ni en la sociedad.

"No eran aptas para desarrollar una vida sexual"

Durante la mayor parte de la historia a las personas con diversidad funcional "no se les ha considerado con un grado mínimo de dignidad", explica Igor Nabarro, sexólogo y miembro de la organización de Eginaren Eginez, asociación de personas con discapacidad física de Álava.

Es decir, ha habido una deshumanización de las personas del colectivo. Era indigno que en la familia hubiera una persona con discapacidad. Por eso, han sido ocultadas.

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Incluso se les ha negado la posibilidad de acceder a la educación y la posibilidad de tener una vida social como el resto de la población. Esa deshumanización también ha influido en el desarrollo de su sexualidad.

La sociedad consideraba que "no eran aptas para desarrollar una vida sexual"

Sobre todo "considerar que en su situación no eran aptas ni dignas para desarrollar una vida y mucho menos una vida sexual. Y especialmente en el hecho de mantener relaciones, de tener una pareja, casarse y tener hijos", puntualiza Igor. Una idea que se ha mantenido hasta hoy.

"El mayor problema es vivir en la ignorancia"

Actualmente se está trabajando en una educación sexual inclusiva. Una educación sexual en la que todos los alumnos se ven reconocidos como seres sexuados y sexuales. Y como iguales.

Hasta hace poco a las personas con discapacidad se les sacaba del aula cuando daban educación sexual. Sobre todo, a los alumnos con afectaciones cognitivas y del desarrollo como personas con trastornos del espectro autista.

A los alumnos con discapacidad se les sacaba del aula

¿Por qué? Por esa creencia de que ni iban a entender ni necesitaban el contenido. Cuando en realidad "el mayor problema es vivir en la ignorancia": "El no haber recibido educación sexual, el no conocerse a ellos mismos, el no comprender lo que les pasa, y el no tener herramientas para relacionarse con el resto de personas" genera riesgos, explica Igor.

Y al contrario de lo que la sociedad piensa, se necesita más educación sexual dirigida a personas con discapacidad para evitar frustraciones y para que lleven una vida igualitaria y autónoma.

Los mitos surgen por "falta de reconocimiento como seres sexuados y sexuales"

Por lo que es necesario que la educación sexual rompa los mitos que rodean las realidades no normativas. Unos mitos que surgen por "falta de reconocimiento y de respeto como seres sexuados y sexuales".

La maduración sexual llega a todos por igual

La sociedad cree que las personas del colectivo son asexuales. Es decir, personas que no desarrollan esa dimensión sexual, que no tienen una maduración sexual y que no desean. Pero la maduración sexual llega a todos por igual. "No hay ningún tipo de afectación que tenga la capacidad de hacer desaparecer el desarrollo sexual", afirma Igor.

Además, pensar que una persona con diversidad funcional "es un niño en un cuerpo de adulto es un error. Se va desarrollando de una manera diferente pero su maduración y aspecto sexual es igual al de los demás", explica Igor. No son "niños eternos".

"Es un error pensar que es un niño en un cuerpo de un adulto"

Por esa infantilización, la sociedad piensa que son intocables y que deben mantenerse en una burbuja. Una burbuja aislada de los demás niños y adolescentes para que no conozcan su cuerpo y tampoco tengan contacto con nadie. "¿Vamos a separarlos y meterlos en cuartos independientes para que no se toquen?", ironiza Mikel.

"¿Vamos a separarlos y meterlos en cuartos independientes para que no se toquen?"

Esta exclusión conlleva que haya prácticas que puedan resultar problemáticas. Las familias y los centros educativos han omitido aspectos por el 'bien' del niño o adolescente. Como no diferenciar la esfera pública de la privada.

En algunos casos, los niños llegan a masturbarse en público porque nadie les ha enseñado que esas acciones las pueden hacer, pero en el ámbito privado. Esto ocurre con personas con una afectación cognitiva y la masturbación.

Además, si no reciben educación y están aislados, estas personas no conocen qué es el consentimiento porque nadie se lo ha explicado. Y esto puede llevar a situaciones de abuso. Por eso, necesitan herramientas y recursos para que ellos mismos puedan gestionar y reconocer las situaciones. Y ser autónomos en sus decisiones.

Sin educación no entienden el consentimiento ni detectan abusos

Tampoco es conveniente que la familia en vez de educar a su hijo lo controle. Un control constante que limita el espacio de intimidad del menor y que no permite verse a solas con otras personas. Pero tiene deseo y curiosidad como el resto para explorar su sexualidad.

Me gusta una persona con discapacidad: '¿Soy normal?'

La sociedad, además, piensa que las personas con discapacidad no son deseables. Se cree que si alguien está con una persona con discapacidad es "porque tiene algún problema o porque no se le considera atractivo para estar con una persona sin discapacidad".

A muchas personas "les genera shock" el hecho de que les gusten personas no normativas. A su vez, las personas con discapacidad sufren miedo al rechazo e inseguridad: "¿Cómo va a querer estar conmigo?"

La sociedad piensa que llevan una vida incompleta y trágica

Las familias creen que cuando un miembro de la pareja tiene discapacidad no puede desarrollar su vida de forma independiente ni en pareja. Por otra parte, el miembro de la pareja que no tiene discapacidad adoptará el papel de cuidador. Y es que la sociedad piensa que las personas con diversidad funcional llevan una vida trágica, incompleta y que son infelices.

Por eso es importante que la educación sexual empiece desde edades tempranas. Una educación que acompañe a niños y adolescentes en sus dudas y miedos desde el primer momento y en cada fase de sus vidas para comprender qué es lo que les pasa y aprender a relacionarse.

"La vida puede ser satisfactoria"

Porque lo "que vives en esas sesiones de educación sexual lo llevarás siempre contigo". Así, se rompen mitos y tabúes para entender que "dentro de la diversidad la vida puede ser satisfactoria".