Basura a diario: La triste postal del cantón más fotografiado de Vitoria

5 septiembre, 2022

Los buzones de recogida neumática del Casco Viejo acumulan sociedad para el disfrute de turistas

El Casco Viejo es la postal de Vitoria-Gasteiz. Un lugar en el que viven 9.000 personas, pero del que también disfrutan el resto de vitorianos y miles de turistas. Entre esos 9.000 vecinos del Casco Viejo hay decenas y decenas de incívicos: personas (y negocios) que ensucian un día sí y otro día también las calles. Y les da igual.

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Turistas fotografían el mural con las bolsas de basura en el Buzón de Recogida Neumática (foto de @unaimy)

El Cantón de las Carnicerías es uno de los puntos más fotografiados por los visitantes. Doña Ochanda, los murales, las fachadas de estilo medieval... todo conforma una imagen preciosa, de la que sentirnos orgullosos los vitorianos. Sin embargo, en sus móviles fotografían a menudo otra imagen muy habitual en el Casco Viejo: la basura fuera de los buzones de recogida neumática. @UnaiMy ha retratado varios de estos momentos.

Miles de vecinos del Casco Viejo sufren a las decenas de incívicos que no entienden de convivencia

Son muchas las personas que (en el Casco y en otros barrios) dejan las bolsas de basura junto a los buzones de recogida neumática. Para estas personas supone un enorme esfuerzo abrir la puerta y darle a la palanca para que caiga la basura. A menudo la excusa es que "están atascadas", pero esto ocurre muy pocas veces, ya que hay dos bocas en cada punto, y que estén ambas atascadas a la vez es casi imposible.

En otras ocasiones los incívicos recurren al clásico: "Es que la boca es muy pequeña", aunque el tamaño de la boca solo te sorprenderá una vez. Y, en cualquier caso, las bolsas que se ven en las imágenes entran sin problemas en las bocas.

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Basura acumulada junto al mural en el Cantón de las Carnicerías

El Ayuntamiento de Vitoria-Gasteiz cuenta con un equipo que revisa de forma continua los buzones y retira la basura que los incívicos depositan ahí. Solo limpiar lo que se deja fuera de los buzones cuesta un millón de euros al año.

Es una lucha constante contra los incívicos, que no entienden las obligaciones de vivir en una ciudad. La asociación de vecinos del barrio ha realizado numerosas campañas y peticiones al vecindario. Pero los incívicos no quieren escuchar.