Los profesores reinventan sus clases para adaptarse al confinamiento

31 marzo, 2020

Profesionales de colegios públicos y concertados exponen sus dificultades para impartir durante estos días

Suena el despertador. Como si de un día normal se tratase, miles de niños alaveses se levantan y desayunan. Algunos se visten para estar presentables en clase. Aunque ya no tienen que coger la mochila ni correr apurados para estar en el aula antes de que suene el timbre. Ahora solo tienen que ponerse frente al ordenador o la tablet y encenderlos. Es la rutina que deben seguir durante el confinamiento por coronavirus tanto alumnos como profesores.

Son estos últimos los que más trabajo previo tienen. El sector educativo conserva e incluso aumenta la actividad docente. Solo que no tienen las mismas condiciones de antes del cierre de colegios.

clases confinamientoAntes de la emergencia sanitaria ya existían diferencias entre los diferentes colegios de Vitoria-Gasteiz, pero ahora esas diferencias aumentan. No todos los centros ni todos los alumnos cuentan con los mismos recursos para mantener las clases durante estas semanas. Gasteiz Hoy ha hablado con diferentes centros y profesores para conocer diferentes experiencias desde el punto de vista del profesorado.

  • La tecnología manda

No es lo mismo que ir a clase. Pero padres e hijos reciben enseñanza e información a través de intranets y plataformas educativas como Edmodo. También están las aplicaciones complementarias: Google Classroom, Skype y similares facilitan la vida a los profesores. O la complican, según cómo se mire.

El colegio San Prudencio no ha tardado en adaptarse a esta nueva forma de dar clase. Cuando se decretó el cierre de colegios marcaron diferentes pautas para cada uno de los niveles educativos, desde Infantil hasta Bachillerato. Otros centros han actuado de forma muy similar.

Porque sí: los más pequeños tampoco se salvan de los deberes. Reciben en su mayoría tareas lúdicas, más basadas en experimentar y jugar. Tienen que reconocer a sus profesoras mirando fotos de cuando eran pequeñas, disfrazarse, jugar a las adivinanzas... Tareas que les estimulan y les mantienen ocupados gracias a la colaboración de los padres. Estos siguen las tareas a través de la web del colegio y luego las ponen en práctica con sus hijos.

Los centros preparan actividades para todos sus rangos educativos

En Primaria los niños y niñas reciben la tarea en su tablet o portátil. Ya lo empleaban regularmente en clase, así que están acostumbrados. También tienen una hora de tutoría a la semana por videoconferencia para mantener la comunicación directa con el profesor.

En Secundaria y Bachiller reciben clases por videoconferencia de manera continua. Y no, no son tan caóticas como se imaginan: "La respuesta de los alumnos está siendo muy buena, mantienen los micros apagados y respetan al profesor y a la clase", afirma Ascen Moro, directora académica de San Prudencio.

Aunque los jóvenes alteren lo menos posible el ritmo de las clases, es imposible que los profesores tengan el mismo control sobre ellos que en los colegios. Ahora más que nunca, depende del propio alumno elegir si trabaja o no: "Quien quiere aprender siempre tiene voluntad, pero ahora es cuando los alumnos deben demostrar que son responsables", incide una profesora de otro centro que no ha querido revelar su identidad.

Para el profesorado todo esto es un reto

En dicho colegio (también concertado) también se dan clases online, aunque de manera ocasional. Son los profesores los que las convocan y deciden darlas. Estas clases se graban, por lo que los alumnos pueden volver a verlas si se han perdido algo.

Lo que sí siguen es el horario de clase: en cada hora los profesores deben supervisar las tareas de los estudiantes y responder las dudas. Esta nueva rutina "es todo un reto" para el profesorado, sea del colegio que sea. Muchos docentes invierten más horas de las habituales en corregir a los alumnos y atender los correos y dudas tanto de ellos como de las familias. Resulta más complicado desconectar del trabajo.

  • Dificultades en los colegios públicos

Estas dificultades educativas se agrandan aún más en el caso de alumnos con pocos recursos. En Vitoria-Gasteiz (y en muchos otros lugares) ya existe una brecha entre determinados centros de la ciudad, pero con estas limitaciones se agranda aún más. Colegios públicos como el de Ángel Ganivet la sufren cada día.

"Unos 70 alumnos nuestros no tienen internet en sus casas", confirma su directora, Marian Moreno. Para muchos vitorianos el wifi es algo básico e imprescindible, pero para familias con pocos recursos es un lujo que no pueden tener: "Tenemos niños que ven la tarea en el móvil con datos de sus padres, la hacen en sus cuadernos y se las mandan a los profesores con fotos".

Unos 70 alumnos de Ángel Ganivet no tienen internet en sus casas

Cuando estos recursos escasean también aumentan las diferencias entre la educación a distancia y la educación presencial. "No sirve de mucho corregir a los niños a través de una pantalla. El ordenador nunca podrá sustituir al profesor", sentencia la directora.

En el caso de familias empobrecidas los problemas van más allá de hacer o no los deberes: "Teníamos muchos menores con becas de comedor. Se les ha devuelto la cuota de estas semanas, pero recibían estas becas porque tienen apuros económicos".

La frustración entre el profesorado también es mayor en estos centros: "La escuela pública tiene unos grandes profesionales y lo están demostrando ahora. Estoy muy orgullosa del trabajo de mis compañeras, pero están muy agobiadas y nos sentimos impotentes. Los padres son padres, no maestros. Y estos niños necesitan a los dos".

  • ¿Y la educación física qué?

Para hacer matemáticas, lengua, historia, biología... el estudiante necesita de una mesa, de una silla y de una conexión a internet para mandar la tarea al profesor. ¿Pero qué ocurre con la educación física? Esta asignatura no debería perder importancia ahora, al contrario: es esencial para la salud de los pequeños y jóvenes que se mantengan activos aunque no salgan de casa.

Algo que supone un desafío mayúsculo para los profesores de este ámbito. Sergio Goñi ejerce como tal en otro colegio público de la ciudad y vive ahora los momentos de mayor dificultad como profesor. "No puedes controlar a los niños para que hagan los ejercicios, ni les puedes evaluar correctamente. Les hemos mandando una tabla de ejercicio diario y varias actividades de malabares, que pueden hacer en casa. Deben hacer ejercicio al menos durante una hora al día", explica.

Hay que dejar de lado el temario y centrarse más en la parte emocional

Aun así, en su centro también existe saturación por la mayor carga de trabajo y también hay alumnos sin acceso a internet. Aunque no es el trabajo ni los conocimientos de los niños lo que preocupa a este profesor: "Tenemos que dejar más de lado el temario y centrarnos más en la parte emocional. Que gracias a nosotros estén ocupados y entretenidos, y que disminuya la tensión en los hogares. Y a la vuelta no aprovechar para mandarles todavía más trabajo, sino enseñarles a aprender del lado humanitario de todo esto".

Aunque para eso todavía habrá que esperar al menos unas semanas. Hasta el momento, la enseñanza de Vitoria-Gasteiz se las apaña como puede. Con medios justos, pero voluntad infinita.